miércoles, 6 de julio de 2011

¿Sabías que los colores no existen?

Ayer 6 de Julio asistí a un “astropicnic” al que fuimos invitados y en el que compartimos un rato de observación con miembros del Instituto de Astrofísica, la Asociación Astronómica Némesis… y un club de Tai chi vinculado a algunos miembros de los anteriores.

Personalmente esperaba algo más “técnico”, pero bueno, dado el gentío interesado en astronomía elemental la noche se tornó, muy gustosamente, en sesión divulgativa.

Antonio Molina pudo probar su nueva montura CG5-GT y atacamos Saturno, la Luna, M22, Mizar, Albireo, y poco más (ya os digo que asistieron muchas personas y no pudimos hacer mucho más).

El caso es que al final de la sesión, tratando de explicar las reacciones que, siglos atrás, provocaban en los inquisidores las afirmaciones de los herejes, hice una afirmación real, científica, contrastada, pero que en aquél que la desconozca enciende sospechas de herejía hacia el autor de la susodicha frase… y hace entender por qué siglos atrás también encendían fogatas donde acababan sus autores.

Bueno, la frase en cuestión es:

Los colores no existen (en el mundo real).

O sea, que los colores existen sólo en nuestra mente. En el mundo físico, hablar de colores es un sinsentido. No es una propiedad física. Ni las plantas son verdes, ni las flores de colores.

Para entendernos: si buscamos en la wikipedia el azufre, vemos una letanía de propiedades físicas (masa atómica, punto de ebullición, calor específico...) pero no pondrá "amarillo" ni "huele fuerte", porque ésas son propiedades subjetivas del mismo (como mucho podría tener longitud de onda en espectro visible "x" y "volatilidad x" o lo que defina el olor "técnico" del mismo).

Los colores son una percepción mental de las longitudes de onda de luz visible detectadas por el ojo que nos describe ciertos aspectos de objetos y fuentes de luz como pueden ser tonos, brillo y saturación.

El color no es una propiedad de los objetos o de las fuentes de luz, aunque hablamos de ello como si tal cosa. Los colores no existen en la naturaleza: son una interpretación de la luz proveniente del mundo real que tiene lugar en nuestra mente.

Para probar que es la mente la que crea el color os pongo el ejemplo siguiente. Fijaos en este cubo:



¿Es el cuadrado marrón en el centro de la cara superior del mismo color que el naranja en el centro de la cara frontal?

No, por supuesto que no. No tienen el mismo color. Se ven distintos. Eso es obvio.

Bueno, pues se crea o no, la luz que alcanza tus ojos desde estos dos cuadrados es exactamente la misma. Aún así, vemos colores diferentes.

Los dos cuadrados tienen los mismos valores de rojo, verde y azul. Yo no lo creía hasta que abrí la figura con Photoshop y ví que, efectivamente… ¡tienen los mismos valores!

En nuestra construcción mental nos dice que estos colores son distintos a pesar de tener una carga energética idéntica.

El primero que empezó a sospechar que los colores no existían en el mundo real fue el omnipresente Newton. Con su experimento de la descomposición de la luz con un prisma en una habitación oscura comprobó que la luz blanca está compuesta por un haz de seis colores. Los colores que vemos se producen porque al incidir la luz sobre cualquier objeto, éste absorbe algunos de los colores básicos reflejando los demás, y son esos rayos reflejados los que percibe nuestro sentido de la vista. De esta forma se explica el que un mismo objeto se perciba de distinto color según el tipo de luz que lo bañe.

Hay una analogía que compara la sensación de color con la del dolor. Cuando nos golpeamos con una piedra, sentimos dolor. Pero el dolor no está en la piedra. Cuando nuestros ojos son golpeados por luz, vemos color. Pero el color no está en la luz. Como el dolor, el color está en nuestra mente. La diferencia es que el color es una ilusión maravillosa, una experiencia agradable… comparada con una pedrada.